No hay amor más sincero que el amor a la comida dicho popular

martes, 26 de enero de 2010

La fiesta del marisco en Garabito

Lo atractivo del mar

Aprovechando los días soleados y de vacaciones este camote se fue a cocinar a fuego lento a Jacó, y por supuesto, cuando uno está en su merecido descanso, solo podemos esperar buena comida, porque también nos la merecemos.

Tomando en cuenta que estábamos en la costa, qué bueno e comer un buen pescado, digo, es de esperar que en la playa el pescado sea de mejor calidad, y mejor servido que en el valle central donde carecemos desgraciadamente de costa, pero solo fue eso… una idea, porque a este camote le costó encontrar un lugar típico costero donde se hagan buenos mariscos.

Y no es que en Jacó no hallan oportunidades culinarias, las hay, pero las mismas del valle central, solo que al 32°C, díganme que soy camote, pero no se me antojan parrilladas, sushi, o restaurantes de comida rápida en la playa.

Entre las pocas opciones podemos encontrar el Hicaco, uno de los pocos restaurantes con vista a ese mar deliciosamente azul, y en donde uno puede recibir la brisa marina mientras degusta un plato, pero esta vez quería ir a otro sitio… otra tarea frustrante…. Tanto que terminé como a diez kilómetros en el restaurante la Fiesta del Marisco, en Tárcoles de Puntarenas.

Sí, lo sé, más típico no pudo ser, pero fui con la fuerte convicción que me iban a deslumbrar con comida propia de los que viven en la costa, lógicamente pedí un pargo mediano entero.

El ambiente

Este restaurante no tiene mucha inversión en decoración, es un sitio abierto, al frente del mar, en un playa sorprendente limpia a pesar de estar tan cerca del río Tárcoles, con mesas de cemento y piso de cemento chorreado.

He de admitir, que al César lo que es del César, me gustó el lugar, muy propio de un restaurante de playa que tiene como decoración un maravilloso mar azul y el sonido de las olas , ni siquiera importó el gato gordo medio dormido que caminaba solo para recoger alimentos que accidentalmente caían al suelo.

El mayor logro de decoración del sitio es algo simple y que muchos restaurantes de la zona olvidan por tratar de ser más “urbanos”, el glorioso paisaje costero que tenemos.

La atención

Apenas llegamos fuimos rápidamente abordados, por no decir abiertamente atacados, por un ansioso mesero, que nos dio el menú e inmediatamente tomó su libreta de apuntes, penosamente este comensal tan camote no sabe de las artes de la adivinación ni telepatía, por lo que tuvo que pedir un rato para ver que nos ofrecía el menú. El mismo nada que supere a la Princesa de los Mariscos, Rincón de los mariscos, Balcón de los mariscos o el restaurantito marisquero de su pueblo.

A pesar de ello la atención fue buena aunque hiperactiva, un poco de ritalina no les caería mal, los meseros no deben olvidar que los comensales no están haciendo fila en KFC como para que uno sepa que va a pedir.

La comida

El menú es bastante cotidiano, incluso las novedades se pueden encontrar en otros restaurantes, como la sopa Viagra, entradas bastantes sosas, los mismos arroces, los infaltables ceviches; yo me decidí lo por lo que me provoca comer en la playa, un pargo entero mediano.

Pero antes de la comida llegó una sorpresa, unas tortillas tostadas con frijoles molidos. La verdad me gustaron mucho y junto con el sonido de las olas este camote estaba muy feliz. Las tortillas estaban crujientes pero no duras, ni grasosas, los frijoles bien condimentados y con la viscosidad correcta como para ser comidos con tortillas, en una porción que no llena pero que entretiene mientras llega el plato principal.

Después de tan degustado entremés me llegó el tan soñado pargo rojo mediano… que es aquí donde empiezan mis cuestionamientos ¿quién define mediano? Porque la ballena que me sirvieron era de todo menos mediano. Yo sé que cada quien tiene sus camotadas, pero he de admitir que ver tanta comida en el plato me angustia en lugar de invitarme a degustar, por lo que me decidí acabar primero con la guarnición para tener más campo de acción para maniobrar en el plato.

La guarnición fue la segunda sorpresa del día, era brócoli, coliflor y zanahoria al dente aderezados ligeramente con vinagre, muy gustoso al paladar, bastante fresco para climas cálidos y una buena anotación con las típicas papas fritas con las que suelen acompañar los pescados, definitivamente volví a entrar en armonía y quedé listo para lo que venía, comer mi pargo.

Muy amable son el chef y la administración del restaurante en preocuparse de la salud cardiaca de sus comensales y cocinar con sal, pero tan camote que soy, sí necesito del saborizante natural, más si es en mi esperado pescado frito, pero esto no es nada que me desanime, ni que solucione un salero.

El pescado tenía un color dorado muy claro, y la carne estaba blanca y jugosa suave en el paladar y de sabor muy agradable (después de corregir la sazón), felizmente era lo que esperaba lo suficientemente crujiente como para invitar a más pero sin perder la sutil delicadeza de la carne de pescado, con ese sabor a mar tan característico a los alimentos marinos recién extraídos.

Fue un plato muy placentero hasta la mitad en donde mi pobre estómago empezó a llenarse entonces fue cuando terminó la degustación y empezó reto de terminar de comer un pargo “mediano”. Claro está que esta vez no hubo campo para el postre, no porque tenga problemas con la gula, sino que las típicas opciones de cheese cake, tres leches, y flan de coco no merecían el esfuerzo.

En resumen

Para este resturante de la playa el ambiente está bueno, la atención es hiperactiva, y la comida es buena, pero no espectacular, y por aquello, lleve consigo unos paquetitos de sal

miércoles, 13 de enero de 2010

Family Pizza en Curridabat

El restaurante que tiene el honor de inaugurar mi blog acerca del placer o la tortura del comer lo tiene el restaurante Family Pizza en Curridabat, diagonal al AMPM, (el que queda en Guadalupe, quedará para después).

El ambiente.


Pues bien, como muchos lugares en San José, si vienen en carro, tengan paciencia, y esperen tener la suerte de ser uno de los cuatro afortunados conductores que podrán estacionar su carro, sino pueden hacerlo en lugares cercanos o si tiene un 4x4 puede estacionar mitad en la calle y mitad en la acera, recuerde poner las alarmas y la estampita de algún santo protector, ya que ni guachimanes hay en la zona.

Una vez superado el escollo de estacionamiento, y aceptando el hecho de que en este país no hay seguridad, entramos al restaurante. Es un ambiente cálido, familiar, paredes de ladrillo rojo, luz amarillenta, música ambiente suave, a veces amenizado por un pianista, pero esta vez no fue el caso, todo muy italiano hasta que nos sentamos es la mesa.

A pesar que no me gustan los estereotipos, sí me parece que le falta el mantel a cuadros blancos y rojos en la mesa, en lugar de ello encontramos un papel tipo individual que me recuerda los de KFC, solo que sin los cupones de promoción, pero eso es un cliché, una bobería, este camote no se va a poner agrio por una nimiedad como esa.

Hasta que alzo la mirada y hay una lámpara de barro, está bonita, si fuera un restaurante huetar, la cocina de doña Lela o la soda Palace, lo siento, pero mató el ambiente tan italiano que inspira a comer pizza.

Curiosamente vemos que nuestra mesa queda justo en la salida de emergencia, con las llaves y candados del caso, ya tocamos en tema de seguridad, además de un mostrarlo de vinos y una silla para bebé. Como apoyo al restaurante le resumimos a nuestros gourmets lectores los pasos en caso de incendio:

1. Mantenga la calma.
2. Gatee hasta la salida de emergencia esquivando la mesa y los comensales que la obstruyen.
3. Quite el mostrario de vinos, puede tirarlos, las botellas están vacías pero no las rompa, mire que viene mucha gente atrás y el lugar es angosto.
4. Si tiene un bebé utilice la silla mientras abre la puerta.
5. Con las llaves que están puestas (cortesía de la administración) abra el llavín y el candado.
6. Recuerde tomar a su bebé
7. Salga a la acera que es dónde justo acaba de estacionar ilegalmente su carro.

La atención

La atención fue bastante buena, nos atendió una mesera, creo que se llamaba Karla, muy atenta y conocía bien el menú, nos dio espacio para escoger en lo que parece la versión italiana de un menú de restaurante chino, trajo las bebidas y los alimentos oportunamente, el único pero eran los meseros asistentes, o eso parecían, siempre olvidaban algo, esperemos que sea solo cuestión del momento.

El menú, como ya dije es laaaaargo y abrumador, el terror de cualquier disléxico y comensal con déficit atencional, dan ganas de pedir ½ del 15 para llevar, básicamente no he podido terminar de leerlo, no les caería mal un poco de diseño en el mismo. Como nota curiosa el menú tiene una caricatura de las personalidades de los vinos en la parte de atrás, aunque divertida, inevitablemente distrae en la apoteósica tarea de leer todo el menú. El mismo y la ubicación lo pueden encontrar en http://www.menucr.com/place/42

La comida

Para una fría noche de lunes con los amigos, no hay mejor que una pizza, nos permite comer, conversar o tomar sin que las actividades compitan entre sí. Esta vez nos decimos de una pizza al 4 formaggi (mozarela, gorgonzola, montino, parmesano).

Duró unos 10 minutos en llegar a la mesa y el primer comentario no vino de este camote, sino de uno de sus amigos, ¿no le falta como orégano, o albahaca, algo que cambie el color? Si bien es cierto que pedimos una pizza cuatro quesos, sí impresiona la monotonía del color del queso en la pizza, algo que rompiera la pulcritud invitaría a comerla con mayor gana.

Pero cualquier crítica queda minimizada por el delicioso sabor que tienen los cuatro quesos combinados, derretidos, salados y de fuerte sabor, realmente era lo que esperábamos, aunque me hubiera gustado sentir más el sabor del gorgonzola y menos el del parmesano, pero eso son chayotadas mías.

La pasta es delgada crujiente y con el borde delgado, no hace más que dar un toque crujiente a esa gloriosa masa de quesos derretidos y contener los aceites que los mismos liberan en su fundición.

Ya no importó la lámpara de barro, el individual de papel, el carro mal estacionado, la salida de emergencia caótica, el frío de la noche, no, no importaba, solo es la comunión entre las papilas gustativas del humilde camote y los quesos derretidos armoniosamente en la delgada y crujiente pasta de la pizza.

Un aplauso ala la pizza al 4 formaggi!

Las bebidas son bastante genéricas, un vino de la casa aceptable, solo quisiera resaltar la presencia de la carambola entre las opciones de refrescos naturales, excelente elección del restaurante.

Pero todo tiene un fin, y a veces nos llega antes de lo esperado. Después de una degustación casi orgásmica de una buena pizza, este camote se antojó de más, y se topó con el oscuro secreto de Family Pizza… ¡Los postres son feos!

Animados por un buen plato, ignorantes de los que venía el camote y sus amigos se aventuraron a los postres por lo que pedimos ese directorio de comida que osan llamar menú, y notamos que proporcionalmente hay poca variedad y muy típica. ¿Acaso en la soda donde más acostumbran ir no les ofrecen tres leches, cheese cake y pie de limón? Bueno, aquí también, y de calidad que la soda de su preferencia pude superar fácilmente.

Me voy a centrar en solo dos postres que probé, primero me aventuré al tiramisú, casi que predecible, máxime en un retaurante que pone anuncia como escuela italiana. El mismo estaba grasoso, con una base y cobertura semi-congelada con pequeños cristales de hielo que estorbaban a la hora de degustar el postre y un relleno que sabía a vainilla, como un helado, pero que dejaba los labios y el paladar cubierto de una capa de grasa poco agradable.
Indignado, asqueado, abiertamente molesto probé la torta de limón, una forma cursi de llamar a una base de galleta maría y mantequilla relleno de leche evaporada cortada con limón… nada espectacular por el precio de 2000 colones.

Ahora sí importan la lámpara de barro, el individual de papel, el carro mal estacionado, la salida de emergencia caótica, el frío de la noche. Un restaurante no se puede jugar el chance con el cierre de la comida porque es el sentimiento con el que se sale del restaurante.

Réquiem por la cena.

Esperemos que los postres mejoren, mientras tanto ya saben, si van a comer a Family Pizza en Curridabat, mejor dejen el postre para otro restaurante o un humilde pero rico helado de la Pops.


Comer es un placer

Sí comer es un placer: los aromas, las texturas, las temperaturas, la combinación sutil y deliciosa de los sabores, junto con agradable compañía hacen que esta magistral combinación raye en lo felizmente pecaminoso.

Sin embargo, cuando la textura de los alimentos no nos gusta, cuando nos parece muy dulce muy salado, cuando está muy frío o muy caliente, cuando está muy seco o muy aceitoso, cuando el ambiente no nos permite compartir con aquellos que queremos de la manera que queremos hacerlos el placer se convierte en tortura, y lo más triste es cuando tenemos que pagar en efectivo por ella.

Por eso he decidió crear este blog, que básicamente será acerca comida, es dónde es un placer consumirla y en dónde nos torturan gastronómicamente hablando.

Semanalmente pienso introducir una crítica acerca de restaurantes, bares o cafés, la mayoría de ellos del valle central, y describir mi experiencia en los mismos acerca del ambiente, comida y atención, sin agregar tenedores o caracoles, será la experiencia muy puntual y personal, y por supuesto subjetiva.

Además pienso agregar críticas de diversas recetas que se publican electrónicamente o en distintos libros de cocina, cuales salen y cuáles no, cuáles son de vanguardia y cuáles son los mismos platos de soda de la esquina disfrazados de camotes gourmet.
Así que los dejo con mis chayotadas, espero que les sean de utilidad, cuando lo que busque es que el consumir alimentos sea un rito de recibir y dar placer.